viernes, 10 de junio de 2016

Asura (2012)

Director: Keiichi Sato

Productores: Inochi Akiyama, Yoshi Ikezawa, Yoshiyuki Ikezawa, Kôzô Morishita

Basada en Ashura de George Akiyama

Actores de Doblaje: Masako Nozawa, Megumi Hayashibara, Bin Shimada, Tesshō Genda, Kinya Kitaōji

Musica: Yorihiro Ike, Yoshihiro Ike, Norihito Sumitomo, Susumu Ueda

Compañía productora: Toei Animation

Distribución: Toei Company

Fecha de estreno: 29 de septiembre de 2012 (Japón)

Género: Animación




En el hinduismo, los asuras son un grupo de deidades sedientas de poder y en constante guerra, consideradas a veces demoníacas o pecaminosas...


Son tiempos difíciles, pero acaso ¿No siempre lo han sido? 

A través de la historia de la humanidad las personas han padecido hambrunas de distinta índole y es que mientras exista un hambre que saciar no estaremos libres del sufrimiento; de acuerdo a las enseñanzas del budismo el deseo es la causa de todo sufrimiento y mientras no nos podamos separar del deseo no seremos capaces de alcanzar el nirvana.




El hambre del hombre es una necesidad maldita

Ya sea beber o comer, hasta la necesidad de expresar una emoción, estamos ante la necesidad primordial del ser humano evolucionado, quien en su idiosincrasia proclama todo cuanto ve, como bien lo dice la canción de Pearl jam Do the evolution: "Estoy en paz con mi lujuria, puedo matar porque confío en Dios; ¡Es la evolución nena!"


Y es mi necesidad inmediata hablarles de esta animación japonesa, la cual me impactó de manera contundente luego que la vi en un festival de cine de animación japonesa, para aquellos que creen que Japón solo tiene que ofrecer Fanservice y historias tontas de fantasía inverosímiles, déjenme decirles que Asura es todo un drama serio, alternativo y oscuro no apta para estómagos sensibles que encierra una terrible lección sobre la condición humana enfrentada a su nivel más básico de instinto de supervivencia.

Tan aleccionadora resulta en su mensaje final que te hace cuestionar tus principios y te plantea la incógnita de ¿Qué nos hace pensar que somos tan evolucionados? Si cuando lo perdemos todo lo único que conservamos es el deseo de vivir no importa si tengamos que hacer lo imaginable.



En 1459 y 1461 más de 80,000 personas perecieron ante la hambruna que perneaba la región de Tokio japón. Este marco sirve de catalizador de una historia sobre un niño salvaje que no conoce otra forma de vivir más que la de matar a otros para alimentarse de ellos, así es, este niño creció en una época difícil y sin manera de saber que lo que estaba haciendo era sacrílego, comer personas es considerado hasta hoy en día como algo aberrante, pero para un niño abandonado que aprendió a sobrevivir por si mismo vive ajeno a cualquier sentimiento de culpa y deambulaba como un espíritu errante por las desoladas tierras como un reaper va victimando familias sin miramientos con el único propósito de saciar su hambre. ¿No es así como muchos vamos por el mundo? ¿Hiriendo a quienes nos encontramos en la vida, causando sufrimiento con nuestras acciones egoístas? Justificando que es así como somos nos engañamos creyendo que las cosas ya están establecidas así porque las circunstancias así lo disponen y que por ello no pueden cambiar, en este mundo cruel tienes que ser cruel o serás devorado por el.



Pero alguien que vive en soledad nunca está solo, lo acompaña un vacío que busca llenarse de algún modo ese vacío le llamamos de muchas maneras lo tratamos de llenar de muchas formas y Asura está en una búsqueda aunque no lo sepa, entonces se encuentra con un monje al que planea comer pero este lo repele y lo deja noqueado, este es su primer contacto con la religión.


El hambre es un sentimiento que todos compartimos, bajo este precepto deberíamos entender que somos iguales en el fondo; apelando a esto el monje le alimenta en muchos sentidos de formas, le da un nombre, sacia su estomago y llena su alma con palabras y comprensión, su presencia entonces se torna en la de un guía en momentos claves de su vida y mientras Asura enfrenta varios retos el monje le enseña las virtudes del sacrificio, por supuesto su transformación no es fácil Asura sigue lastimando a quienes lo provocan pero algo sin duda ha cambiando en él ya no es el mismo de antes y cuando conoce a Wakasa una chica dulce que lo cuida por un tiempo, Asura conoce lo que es la felicidad seguida de un nuevo tipo de sufrimiento mucho más doloroso que las caídas y pedradas. 




En conclusión todos pasamos por penas semejantes, historias como estas solo reflejan, de manera contundente y muy cruda el hambre que muchos a diario padecen, la falta de dinero, la perdida de un ser querido, los señalamientos de la sociedad, pero si somos pacientes y tenemos el carácter suficiente para sobreponernos a las penas despojándonos del sentido del ser instintivo y primitivo que aflora en los momentos críticos veremos que al final la belleza de la vida se impone, solo pocos pueden ser conscientes, ser sacrificados, da igual cortarse un brazo y dárselo a los hambrientos como lo enseña buda en una de sus fabulas, como simplemente se desprenden del deseo en sí.



Calificación: 4 estrellas.

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