viernes, 22 de abril de 2011

El cuervo (1994)

Título original: The crow
Actores: Brandon Lee, Ernie Hudson, Michael Wincott, David Patrick Kelly, Angel David, Rochelle Davis, Ling Bai, Lawrence Mason, Michael Massee, Bill Raymond, Marco Rodriguez, Sofia Shinas, Anna Thomson, Tony Todd, Jon Polito, Michael Berryman, Todd Brenner, Lou Criscuolo, Henry Kingi, Kim Sykes, Elizabeth Thompson, Tierre Turner, Jeff Imada, Norman Max Maxwell, Tom Rosales, Billy Hopkins, Jeff Cadiente, Tim Parati


Género: Ciencia  ficción


Clasificación: B-15


Duración: 1 hr. 40 min.


Director: Alex Proyas


Fecha de estreno: 1 de enero de 1994






El cuervo

Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”

¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.

Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos.  Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”

Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.

Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!

De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”

Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como vertiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”

Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’.”

Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, horrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir granzando: “Nunca más.”

En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡Que ella no oprimiría, ¡Ay!, nunca más!

Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
Enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿Hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!




El hito

Ya puestos en ambiente después de leer el clásico de Edgar Allan Poe permítanme introduciros con esta obra de culto de los años 90s protagonizada por el fallecido Brandon Lee hijo del famoso Bruce Lee, la leyenda que dio paso a una nueva leyenda, pues para aquellos que no sepan la trágica historia de la maldición de los Lee, déjenme hablarles un poco, pero no de la manera convencional, sino de la manera mística que encierra el misterio de las muertes en el cine y las tragedias que arrastran tras de sí. Dicen que no hay más honor que el del actor que muere en el escenario, sobre todo para el actor que piensa que el trabajo es su vida y que su muerte solo es el cierre del telón, que no significa el fin de la obra sino da paso a una nueva escena.


“Vive intensamente y muere joven”

Esta parece la consigna que muchos actores se llevaron a la tumba, aunque algunos no de forma consciente, pues nadie esperaba que un día el actor Bruce Lee tras dormirse entraría en coma después de un intenso dolor de cabeza y después moriría a los 32 años ni que su hijo a sus 28 años quien siguiera sus pasos a pesar de la reticencia de su madre acabaría sus días tras un supuesto accidente en la que una bala que se suponía iba a ser de salva le perforaría el estomago en plena filmación de una escena para la película El cuervo, las extrañas circunstancias fueron esclarecidas y la muerte confirmada sin embargo la polémica escena en sí nunca más vio la luz en la versión final de la película, la cual fue terminada gracias a efectos digitales donde tomaron el rostro de Brandon y lo insertaron digitalmente en un doble para completar las escenas faltantes, puesto que de otro modo habría sido una pena que la película fuese cancelada y perdernos así de esta magnífica obra y a la vez de faltarle el respeto a la memoria de Brandon que en paz descanse.


Ha pero la ironía no tiene límites cuando se trata de sorprendernos, ya que en muchos casos la realidad supera la ficción, curioso es entonces que la temática de El cuervo sea la muerte en sí, y con la muerte del actor principal de la película se diera un fenómeno aún más curioso y que desde siempre se ha dado en la historia de la humanidad. Cuando un artista muere su obra cobra una fuerza increíble que en vida nunca tuvo, como fue el caso de Vincent Van Gogh y de muchos más que en vida no gozaron tal reconocimiento como el que recibieron tras su muerte ello causado principalmente por la gente que parece que tiene implantado el gen del morbo que se dispara en cuanto alguien muere, admitámoslo seguramente esa es la razón principal por la que estás leyendo esto, pero no creas que esto es un reclamo aunque no esté de acuerdo con esta forma de proceder, honestamente te digo: “bienvenido seas” es para eso que escribo en este espacio, para arrojar un poco de luz a las dudas que siguen vigentes a 17 años de su estreno, y es que si hay algo que atemoriza y a la vez fascina al hombre es la muerte. Desde la gama de sentimientos que conllevan el descubrir que un día ya no esté uno de nuestros seres queridos, o con estar al tanto del fallecimiento de alguien conocido aunque sea de vista ya que con una solo vez que demos cuenta en la existencia de alguien eso es suficiente para producir algunos sentimientos como aflicción o la curiosidad incluso ¿Quién fue? ¿Cómo pasó? ¿Qué sienten los demás? Nos ponemos a pensar irremediablemente, por lo que no es de extrañarse que lo mismo ocurriera con El cuervo donde muchos son atraídos al igual que esas mismas aves carroñeras que les atrae el olor a muerte, la muerte de Brandon Lee también les incita a verla, admitámoslo seguramente muchos solo lo hicieron por buscar dicha escena que jamás fue ni será exhibida, y eso está mal porque caen exactamente en el juego de la polémica (publicidad viral) así que yo les pido que no se dejen impresionar tan fácilmente y no le den mayor importancia a la muerte de Brandon que al trabajo realizado en esta película, el cual más vale por si misma sin necesidad del escándalo surgido de esa tragedia, créanme yo tuve a bien verla primero y enterarme de la muerte del protagonista mucho tiempo después y por lo tanto mi percepción de esta obra no se vio influenciada por ese suceso, ya hoy en día puedo decir sin miramientos que me encantó sobremanera volviéndose inmediatamente en una de mis películas favoritas de todos los tiempos.


Ahora ahondemos un poco en la historia y como todo tiene un comienzo esta inusualmente inicia con el fin, así es el fin de dos vidas, que componen una historia trágica de amor y venganza al mero estilo shakesperiano. Es así que tenemos a los personajes Eric Traven y su novia Shelly Webster quienes son brutalmente asesinados (a ella la violan y a él lo arrojan de una ventana de su apartamento) a manos de unos peligrosos criminales que azoran la ciudad, en una noche conocida como “Noche del diablo” Una noche antes de Halloween, muy significativa para el mundo de lo esotérico pues en esa noche precisamente las fuerzas oscuras convergen para tomar la forma de un ser alado que sobrevuela por las noches en busca de almas perdidas para conducirlas al otro mundo; un negro cuervo, tan negro como la noche en sí, pero ¿Qué sucede cuando el cuervo se topa con un alma atormentada que dejó este mundo con ira y resentimiento y la frustración de no poder haber hecho nada para evitar el sufrimiento de su ser amado que murió horas después en un hospital a consecuencia de las injurias cometidas? Como un dios que toma partido este le concede a Eric Traven la oportunidad de vengarse, devolviéndole la vida un año después Traven surge literalmente de la tumba y gracias a los poderes otorgados por el mítico ser alado se vuelca en su nueva existencia como “inmortal vigilante” para ir matando uno a uno a sus asesinos en un despliegue de acción, violencia y música rock sin precedentes, todo en un ambiente oscuro y decadente pero lleno de esperanza y valor que la convirtieron automáticamente en una obra de culto en todo el mundo sobre todo en ámbito de lo “gótico” y lo “dark” debido a los elementos que la hacen fácilmente identificable para los adeptos a este tipo de modus vivendi y forma de pensar.


“No puede llover todo el tiempo”

Aunque parezca que lleve sobre mojado en torno a esta película dada la noticia aúltimas fechas de que se avecina un remake de esta gran película, lo cual a mi me parece como un intento de aprovecharse del fandom generado por la original. Solo el tiempo dirá si le hará justicia, aunque yo predigo que no será así. 


Datos curiosos:

Curioso es que el apellido Traven coincida con la palabra en inglés “Raven” (Cuervo en ingles), dando pie a muchas suposiciones de parte mía al respecto de esta excelente película y a sus constantes referencias mitológicas sobre todo respecto a esta ave negra por quien parece girar toda la trama, pero ¿Cuál es el significado que justifica la omnipresencia de este animal en dicho film? Pues según tengo entendido en varias culturas el cuervo viene a ser como el objeto en que se vierten muchas leyendas, pues se le ha asociado con muchos aspectos, negativos principalmente, ya sea como mensajero de malas noticias, un demonio o dios capaz de influir en la vida y la muerte de las personas o como una especie de sinónimo de lo que tanto atemoriza al hombre: “la muerte” pues desde siempre se le ha visto con esos ojos a través de su paralelismo con la vida y muerte y es en su presencia en esta última que más se entiende porque se piensa todo eso y es que como ave de carroña es la primera en tener contacto con la muerte, cuando se alimenta de los cadáveres dejados tras cruentas batallas o asesinatos, es como si fungiera como guía espiritual al inframundo de las almas perdidas, el cuervo es el ave de mal agüero por excelencia: “Cría cuervos y te sacaran los ojos” dice el dicho popular, más si aprecias tus globos oculares no perderás la oportunidad de ver esta increíble obra basada en un cómic que seguramente tu memoria nunca más olvidará...


Calificación: 5 estrellas

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